El voyeurismo es uno de esos temas que a menudo se encuentra en el rincón de los temas incómodos o tabú. Quizá la...
¿LE OCULTARÍAS UNA FANTASÍA SEXUAL A TU PAREJA?
Las hay de todo tipo: morbosas, inalcanzables, realizables, míticas… las fantasías sexuales acompañan a todas las personas y forman parte de nuestra vida e ideario erótico, pero: ¿qué sucede cuando tenemos pareja? ¿Las confesamos? ¿Las compartimos? ¿Las llevamos a cabo? ¿Dejamos que queden en el olvido?
Sabemos que no todas las fantasías son para compartirlas a los cuatro vientos; algunas, ni siquiera en nuestra más profunda intimidad. Hay fantasías que se quedarán con nosotros para siempre porque nos avergüenzan. Pero, entonces, ¿por qué las tenemos y por qué nos excitan tanto?
Las fantasías sexuales son representaciones mentales que se basan en nuestros deseos más profundos. Hasta hace relativamente poco, el sexo se veía como un tabú y, por tanto, tiene sentido que actúe como catalizador de los deseos más profundos de nuestra psique que vemos también como algo prohibido. Poco a poco, al naturalizar el sexo y el erotismo, vamos tomando conciencia de que las fantasías son solo deseos ocultos de nuestra parte más instintiva y primitiva, transformados en un pensamiento que nos genera cierto morbo.
La mayoría de las fantasías sexuales son perfectamente realizables, siempre y cuando no conlleven daño físico ni emocional si involucran a otras personas. Las fantasías sexuales de la mayoría de la población española se basan en prácticas BDSM consentidas, tríos, las famosas orgías, intercambios de pareja, encuentros con una persona que nos atraiga, un lugar que nos despierte un deseo sexual alto…
Gracias a la apertura de mente y a desmitificar el sexo como un tabú, muchas de estas prácticas que antes se veían como fantasías irrealizables están incorporadas como habituales en la vida sexual de muchas personas. Para quienes sigue siendo una fantasía, no lo ven como algo prohibido, sino como un deseo, lo cual mejora su relación con el sexo y su proceso de naturalización.
Ahora bien, el hecho de compartirlas con nuestra pareja parece que sigue costando un poco. Las creencias preconcebidas nos generan miedo o incertidumbre acerca de qué pensará la otra persona sobre nosotros, si le generaremos rechazo, si se enfadará… Debemos pensar también a la inversa: ¿cómo me sentiría si mi pareja comparte conmigo sus fantasías? Como hemos explicado antes, las fantasías sexuales no son más que representaciones mentales de un deseo, por lo que simplemente estaríamos compartiendo un deseo más, sin que ello implique que queramos llevarlo a cabo.
Existen muchas fantasías que resultan compartidas por las parejas o que les ayudan a explorar nuevas áreas de su sexualidad. De hecho, compartir las fantasías es también una manera de reforzar en vínculo de intimidad y mejorar la comunicación. Dejar claro que lo que compartimos no tiene por qué ser una exigencia, una imposición o algo sin lo que nos vamos a sentir incompletos mejora la experiencia y deja siempre abierta la puerta a elegir llevarla a cabo o no.
Para sorprenderte también hay que sorprender. Quizá dar el primer paso abre la puerta a una nueva manera de ver el sexo, os descubre nuevos caminos y prende una nueva llama. Para muchas parejas, llevar a cabo sus fantasías sexuales es una manera de mantener el deseo vivo e, incluso, revivirlo tras temporadas algo difíciles. Así que ya sabes: comunicación, confianza… ¡y a dejarte sorprender!
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