El voyeurismo es uno de esos temas que a menudo se encuentra en el rincón de los temas incómodos o tabú. Quizá la...
El erotismo de los disfraces
¿Por qué nos resulta erótico disfrazarnos? ¿Qué tienen los disfraces que despiertan tantas fantasías? Uno de los temas más recurrentes en el cine adulto, sin duda, son los juegos de rol; nos excita ponernos en la piel de un personaje y cumplir ciertas fantasías, pero ¿qué papel juegan los disfraces en aumentar el erotismo?
El arte de la seducción y el erotismo a través de los disfraces apareció mucho antes que los disfraces de enfermera sexy. Los bailes de máscaras venecianos ya escondían este componente erótico y de seducción a través de los disfraces: la máscara permitía ocultar el rostro (y la identidad), por lo que tenía un componente desinhibido que fomentaba una atmósfera sexual de misterio.
Los disfraces son un complemento más que ayuda a amenizar los encuentros sexuales. En muchas ocasiones, tienen la función de sumergirnos más aún en la recreación de posibles fantasías que queramos ver cumplidas. Aunque la industria del cine X ha creado una serie de patrones que vemos replicados en disfraces eróticos, es cierto que ya resultan trillados y carentes de imaginación. Por eso, el mercado de los disfraces eróticos se está transformando según van evolucionando las preferencias y nuevas fantasías eróticas.
Disfrazarse es también un recurso para romper la rutina sexual en parejas que llevan mucho tiempo juntas y sienten que quieren probar cosas nuevas. Pueden dar pie a que se confiesen fantasías ocultas, ayudan a introducir los juegos de rol en la pareja o simplemente nos ayudan a crear un ambiente distendido y vivir un encuentro erótico diferente.
Lo más interesante de los disfraces (y por lo que despiertan tanto erotismo) es que nos permiten salirnos de nuestro rol habitual. Al disfrazarnos, nos ponemos en la piel del personaje, nos mimetizamos y simplemente jugamos un papel. Para algunas personas, el disfraz es una herramienta de liberación de deseos sexuales: se dan permiso para realizar ciertas prácticas dentro del rol del personaje, que de otra manera siendo ellos/as mismos/as no se atreverían a realizar. Al ponerse un disfraz, dejan de lado ciertos tabúes o reticencias que tiene la persona y adquieren la desinhibición del personaje que interpretan. Permiten ceder el control de la persona al personaje.
Eso sí, para que un disfraz cumpla su función como complemento erótico, tiene que estar erotizado. No es lo mismo disfrazarse de enfermera, que, de enfermera sexy, para que nos entendamos. El disfraz en sí mismo no tiene ningún poder erótico; la sexualidad y el deseo a raíz del disfraz surgen porque es sugerente y hace que la persona que lo lleva desprenda un halo de erotismo.
Da igual la razón por la que te disfraces; ya sea porque quieres probar qué se siente teniendo sexo encarnando a un personaje, porque quieres darte permiso para probar cosas nuevas a través del rol que ejerces durante el juego, para romper la monotonía y probar cosas nuevas o simplemente para añadir un poco de diversión a los juegos en la cama. Lo importante es, como decimos siempre, que sea algo voluntario, elegido, consensuado ¡y que lo disfruten ambas partes! ¿Y si no te gusta? Pues no se repite, tan sencillo como eso; siempre puedes guardar el disfraz en el armario y reciclarlo en unos carnavales.
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